La presidencia de Reagan en la década de 1980 lanzó un ataque sin precedentes contra la clase trabajadora. Para entonces, entre el movimiento obrero de principios del siglo 20 y los movimientos de derechos civiles de los años 60, la clase trabajadora y los pueblos oprimidos lograron enormes avances en sus lugares de trabajo y en sus derechos democráticos. La clase dominante decidió que ya era suficiente. Principalmente a través de las tácticas inseparables de represión sindical y subcontratación, la clase trabajadora comenzó a reducirse y a disminuir en su poder. Además, la clase dominante ha adoptado la estrategia de “atomizar” el lugar de trabajo, es decir, la destrucción del “taller” tradicional en el que muchos trabajadores se reúnen y trabajan. En cambio, la clase dominante parece favorecer el “trabajo por encargo”, como conducir en Uber o entregar comida mediante DoorDash, que es esencialmente trabajo contractual.
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