El sistema instaurado desde hace una treintena de años se caracteriza por la extrema centralización del poder en todas sus dimensiones, locales e internacionales, económicas, políticas y militares, sociales y culturales. Unos cuantos miles de empresas gigantescas y algunos centenares de entidades financieras, asociadas en alianzas cartelizadas, han reducido los sistemas productivos nacionales y globalizados a la condición de subcontratas. De esta manera, las oligarquías financieras acaparan una parte creciente del producto del trabajo y de la empresa, convertido en renta para su exclusivo beneficio.
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