Las relaciones entre países y pueblos, irreversiblemente interconectados e interdependientes
producto de la globalización y el desarrollo de las tecnologías, condicionan estrechamente la
forma de producción y distribución de la riqueza, las formas de explotación y la vida cotidiana
en cada rincón del planeta, condicionados por la diferencia de acceso al desarrollo, las
tecnologías y el comercio; los efectos de la explotación extractivista, el calentamiento global,
la crisis hídrica y otras manifestaciones catastróficas producto de la acción sin control por
parte de grandes consorcios empresariales multinacionales, que actúan por sobre los
Estados en su afán de enriquecimiento infinito.
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